Acusación falsa de agresión sexual: por qué se producen

¿Alguien te acusa falsamente de una agresión sexual? En este artículo te explico por qué se dan con tanta frecuencia las acusaciones por agresión sexual falsas.

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Acusación por agresión sexual falsa

¿Alguien te acusa de una agresión sexual falsa? Por desgracia, una falsa acusación de agresión sexual no es tan raro como parece. En realidad, es algo bastante frecuente.

Si no tomas medidas y buscas un buen abogado penalista con experiencia en acusaciones por agresión sexual falsas, te puedes encontrar con una larga condena de hasta 15 años de prisión.

Quizás te preguntes ¿cómo es posible que alguien acuse a otra persona de algo tan horrible como una agresión sexual si no es verdad? En este artículo te voy a explicar las razones más frecuentes por las que alguien hace una falsa acusación de agresión sexual.

Por qué se produce una falsa acusación de agresión sexual

Para defenderse de una falsa acusación de agresión sexual, lo primero es analizar si la denunciante tiene alguna motivación para inventarse una acusación tan grave.

Un buen abogado penalista es capaz de sacar contradicciones en la declaración de la denunciante y buscar posibles motivaciones que la hayan llevado a acusar a alguien de una agresión sexual que no se ha producido.

Aquí tienes las razones más frecuentes por las que una mujer puede poner una denuncia por agresión sexual falsa:

Disputas sobre la custodia de los hijos

Los divorcios sacan lo peor de las personas. Hoy en día muchos padres buscan la custodia compartida de sus hijos.

Si la madre (o el padre) no quiere la custodia compartida, puede que acuse al otro progenitor de un delito de tipo sexual, ya sea una agresión o simplemente tocamientos.

Los jueces se toman muy en serio una posible agresión sexual y, si tienen alguna duda sobre el comportamiento del padre o de la madre, pueden incluso restringir los derechos de visita del progenitor acusado de la agresión sexual.

Afortunadamente, la mayoría de los padres y madres que se ven envueltos en un divorcio, aunque resulte en un divorcio contencioso, no llegan a cruzar esa línea y no hacen acusaciones tan graves.

Disputas sobre el reparto del patrimonio familiar en un divorcio

Si uno de los esposos quiere tener una posición ventajosa en un divorcio, puede que acuse al otro de un delito de tipo sexual, por ejemplo, una agresión.

Ante una acusación tan grave, los jueces pueden restringir cualquier tipo de contacto de los hijos con el padre acusado de ese comportamiento e imponer una orden de alejamiento, con lo que el padre acusado tiene que abandonar el domicilio conyugal.

Extorsión

Una persona sin escrúpulos puede llegar a acusar a otra de una agresión sexual para pedirle dinero a cambio de retirar la denuncia.

Esta circunstancia es frecuente en personas que tiene un elevado patrimonio, por ejemplo, empresarios, o entre personas famosas que se ven muy perjudicadas por este tipo de escándalos.

Venganza

El paso del amor al odio es muy pequeño. Hay casos en los que una ex-pareja se siente agraviada por un abandono o por una infidelidad y quiere vengarse. Una acusación de agresión sexual, aunque sea falsa, es una buena manera de hacer pagar a la pareja el daño que le ha causado.

Por miedo al qué dirán

Hay entornos donde las relaciones antes del matrimonio están muy mal vistas y una mujer que ha tenido relaciones puede verse sometida al rechazo de su familia y amigos.

Por este motivo, para proteger su reputación, puede que quiera ocultar estas relaciones haciéndolas pasar como una agresión sexual, cuando, en realidad, se trataba de una relación consentida por las dos partes, aunque a escondidas de la familia.

Acusaciones por parte de adolescentes

Los adolescentes saben que con una acusación pueden lograr lo que se proponen, pero no siempre son conscientes del daño que pueden hacer a la persona a la que han acusado falsamente y de que pueden destruir fácilmente la vida de una persona inocente.

Los adolescentes también controlan peor las emociones, como la ira, la venganza o el odio, lo que les puede llevar a cometer acciones cuyas consecuencias pueden ser desproporcionadas para el objetivo que persiguen.

En ciertas circunstancias, son los propios trabajadores sociales o los psicólogos los que pueden hacer creer a un adolescente que ha sido víctima de abusos sexuales, aunque la cosa realmente no esté tan clara.

Una vez que un adolescente ha formulado una acusación de agresión sexual, el sistema se pone en marcha. Incluso en el caso en que la víctima retire la acusación, puede que le fiscal decida continuar con el procedimiento, alegando que la víctima lo hace por miedo o porque ni siquiera es consciente de que ha sido violada (fase de negación).

El sistema está diseñado para proteger a los menores que sufren una posible agresión sexual, y ante la duda de que ésta se haya producido, se inicia un protocolo de protección que incluye la detención del presunto agresor y la protección del menor, que suele tutelar de forma cautelar la propia administración, normalmente la comunidad autónoma.

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